la semilla

Mi vida esta en tus manos Señor.

IGLESIA O CARAOKE?

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Si hubiera un “Chacal de la trompeta” en cada iglesia muchos de nuestros tiempos de alabanza serían interrumpidos abruptamente y pasaríamos de inmediato al sermón debido a que quienes ministran desde la plataforma no están calificados. La Biblia dice que quienes ministraban la alabanza y adoración en los tiempos de David eran personas aptas para el ministerio. ¿No me cree? Un texto nomás para ayudarle a su incredulidad… Todos ellos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición del rey. Su número, contando a sus hermanos, instruidos en el canto para Jehová, todos ellos aptos, era de doscientos ochenta y ocho (1 Crónicas 25:6-7). ¿Leyó bien el texto? ¿Notó las frases: “Instruidos en el canto” y “Todos ellos aptos”? Nuestras iglesias parecen un karaoke porque para pasar al frente no es necesario tener una buena voz y ni siquiera saber cantar. Lo único que uno necesita en un karaoke es tener el valor suficiente para hacer el ridículo delante de los demás. ¡Nada más, nada menos! Me sorprende asistir a cultos de iglesias donde el director de adoración desafina desmedidamente, ni se diga los cantantes que lo acompañan de coro. Con armonías mal montadas y voces tan destempladas que sinceramente la última vez que presencié eso me senté en mi silla. Miré, es cierto que no tenemos equipos de alabanza perfectos y que aun si los cantantes desafinaran el adorador que está abajo debería obviar eso y continuar adorando, ¿verdad? Es una disciplina del creyente adorar a pesar de la mala ejecución de quienes están al frente. ¡Pero vamos! Esa última vez que presencié eso me fue imposible adorar. Era tan pero tan horrible lo que se oía desde el frente que me senté y dije para mí: “¡No puede ser que esté pasando esto y nadie los pareee!!!” ¿Por qué tenemos integrantes en los ministerios de alabanza que no hecen bien su trabajo? ¿Por qué siguen allí a pesar de que no afinan la mayoría de notas? ¿Quiere una respuesta? ¿De verdad la quiere? Bueno, por culpa de pastores de iglesias que no valoran la excelencia musical. Son excelentes en muchas áreas del ministerio, pero cuando se trata de permear el canto y la música con esa misma calidad, fallan. Lamentablemente a algunos pastores les basta con que alguien pase y cubra el período de tiempo previo a su sermón sin importar cómo se ejecute. Muy pocas veces he sabido de un pastor que haya amonestado al ministerio de alabanza por no haberse preparado técnica o espiritualmente para la ministración del culto. Pareciera ser que a algunos no les interesa el tema. Con tal de que el equipo de alabanza entretenga a los asistentes antes que ellos y lo dejen predicar en paz, para algunos pastores eso es suficiente. ¡Muy mal! La culpa no solo estriba en los pastores, también en los líderes principales de los ministerios de alabanza. Ellos también son culpables del show de mediocridad que a veces montamos. He conocido a algunos líderes tan cobardes que no tienen el coraje de hacer una re-audición a todos los cantantes y entonces re-definir quiénes seguirán y quiénes no. Algunos esconden su miedo excusándose en que si hicieran eso herirían a la gente, dicen que es mejor dejarlos dentro y no afectarlos emocionalmente al decirles: “Nos equivocamos, este no es tu ministerio”. ¡Muy mal! A veces me he preguntado: ¿Qué es más grave? ¿Herir a un cantante al decirle que desafina mucho y por lo tanto, no podrá seguir en el ministerio hasta que mejore, o tenerlo dentro engañándolo abiertamente y haciéndole creer que su arte es aceptable? Hay formas de aminorar el impacto emocional sobre alguien que retiraremos del grupo de alabanza, ¡las hay! Hay excelentes recursos y herramientas para elevar el nivel técnico de los cantantes, ¡los hay! Mientras tanto, nuestras iglesias seguirán pareciendo karaokes porque nadie tiene el valor de purgar el equipo de alabanza. La iglesia se asemeja a un karaoke porque tenemos equipos de alabanza que nada más quieren divertirse. Karaoke es diversión. Seamos francos, pasar al frente a cantar es emocionante y mucho más si vamos acompañados de los amigos. Mientras estaba en Sears presenciando el show, había padres de familia aplaudiendo a sus hijos, e hijos animando a sus padres; amigos echándole porras a sus amigos y más amigos vitoreando a sus otros amigos. Todo era cool, todo era divertido. El ministerio de adoración es más que diversión, que aunque servir a Dios a través de la música y el canto es emocionantísimo, también implica seriedad. No es nada más subirse, disfrutar el musicón y bajar para esperar el próximo culto. No, el ministerio musical es compromiso, es preparación, es trabajo. El problema de muchos equipos de alabanza es que toleran a sus integrantes. No los amonestan en el amor de Cristo por sus conductas, pasan por alto que lleguen tarde a los ensayos y tarde a los cultos. ¡De paso les disculpan que no lleven aprendidos los cantos! Todo porque “Como tienen un don especial” creemos que son intocables. Ese tipo de integrantes están allí para divertirse, no para tomar con seriedad el ministerio. Están para pasar un momento cool ante la congregación, no para ministrar. Eduquemos a nuestros ministros de alabanza a que tomen la música con más seriedad, a que vean al equipo de cantantes y músicos más allá de un club social exclusivo y a que eleven su nivel de consagración al arte más allá de la diversión. Si no lo hacemos corremos el riesgo de que nuestras iglesias continúen pareciendo karaokes. la Biblia nos ordena escoger a los mejores exponentes del arte para ministrar al frente. El karaoke en esencia es diversión, y aunque ministrar la alabanza es emocionante no es sólo diversión, es responsabilidad y compromiso. Muchos integrantes de ministerios musicales piensan que esto de cantar y tocar es cool, que incorporarse a una banda es formar parte de un club social exclusivo. Vamos, es hora de educar a los integrantes de los equipos de alabanza a que vean el ministerio como lo que es: Un ministerio. La iglesia se asemeja a un karaoke porque tenemos equipos de alabanza que les gusta lucirse. ¿Alguna vez se ha puesto a pensar por qué la gente le gusta pasar a cantar cuando hay karaoke? ¿En alguna ocasión se ha preguntado cuál es la motivación que los impulsa a arriesgarse a hacer el ridículo? Yo me preguntaba eso mientras veía el karaoke que montaron en Sears. Seguramente algunos simplemente lo hicieron por diversión. Digo eso porque quienes pasaban eran tan pero tan desafinados que aun no resuelvo el misterio de por qué las vitrinas de la tienda no sucumbieron ante los chillidos, je je.Sin embargo, había personas que pasaron, que realmente cantaron muy pero muy bien. A veces pienso que quienes participan en karaokes… También quienes participan en concursos de canto ,en el fondo lo hacen para que los vean. No todos, pero me arriesgo a decir que la mayoría. En el fondo cada ser humano tiene hambre de reconocimiento. Los productores de programas de talentos lo saben. Ellos aprovechan dicho apetito natural para lucrarse de los talentos de las personas. ¿Está mal eso? No del todo, ya que cada participante firma un contrato donde acepta las disposiciones del concurso. En ese sentido todo es legal y de mutuo acuerdo. Mi punto es que muchas personas tienen un deseo desmedido de exhibir sus dones, hacerse notar y recibir reconocimiento. Y bueno, piensan que a través de este tipo de certámenes lo podrán obtener. La iglesia se asemeja a un karaoke porque tenemos equipos de alabanza que se olvidan del auditorio. La idea fundamental del karaoke es poner toda la atención en quien está cantando al frente. La acción está en la plataforma, no en quienes están abajo viendo el show. Claro, si quien pasa a cantar tiene un desenvolvimiento espectacular podría ser que hasta el auditorio se una a corear con él, pero esa no es la generalidad. La mayoría de veces los de abajo sólo observan, se divierten y aplauden cuando la persona ha terminado. Lo mismo pasa en la iglesia. Hay equipos de alabanza que creen que la dirección de la adoración es un karaoke. La verdadera acción sucede al frente, no abajo. La congregación es espectadora, no protagonista. Quienes ministran adelante son los adoradores, no quienes están en los asientos. ¡CRASO ERROR! Equipos de alabanza que no saben invitar a los congregados a unirse a la adoración no deberían ser llamados equipos de alabanza. Podrán ser una banda musical o un grupo de rock; más no un equipo de alabanza. Si la música que ministramos no invita al auditorio a unirse en fervorosa adoración, hemos fracasado como músicos y cantantes. Hace unos años un amigo me hizo una observación muy pero muy dura sobre el equipo de alabanza de la iglesia. Él me comentó que percibía que quienes dirigíamos la adoración nos abstraíamos tanto en nosotros mismos, que nos olvidábamos de la congregación. Señaló que las canciones que cantábamos no eran congregacionales y que si hacíamos la prueba podíamos bajarle volumen a los micrófonos e instrumentos y escuchar que muy pero muy pocas personas cantaban desde sus asientos. Para rematar me dijo: “Ustedes le han robado la adoración al pueblo. ¡Por favor! ¡Devuélvansela!” Demás está decir que no hallé sitio dónde esconder la cara. Miré, la adoración no es adoración si la congregación no se une a adorar. Si quienes cantan y adoran sólo son los del frente, y no quienes están abajo, repito: hemos fracasado como ministros de alabanza. Es hora de recobrar la esencia de lo que es adoración participativa. Si va a ser necesario cambiar el repertorio que cantamos, bajar de tono algunos cantos e inclusive disminuir el volumen de las bocinas… ¡Hay que hacerlo! Nuestra misión como ministros de música es proveer al pueblo la mejor oportunidad para adorar. No es demostrar lo hábiles que somos, y mucho menos lucir nuestro repertorio actualizado de canciones de moda. No, nuestro objetivo es motivar a la gente a que se una a nosotros para que juntos le cantemos al Único digno de adoración. No sin ellos, no sólo nosotros. Todos juntos adorando a Dios en espíritu y en verdad. ¡Vamos, esto no es un karaoke por favor! La iglesia se asemeja a un karaoke porque a veces pensamos que la reunión de adoración consiste en montar dos parlantes, un micrófono, cantar canciones y ya. ¿Qué se requiere para montar un karaoke? Simplemente dos parlantes, un micrófono, una consolita de audio y una pantalla para leer las letras. Nada más. Lamentablemente muchas iglesias tienen mentalidad de karaoke, piensan que con montar un equipo de sonido y dejar que pase el equipo de alabanza, es suficiente para tener una reunión de adoración, Tendrán una reunión donde se cantarán canciones, pero reunión de adoración es otra cosa. ¿Dónde quedaron las reuniones semanales de planificación de las iglesias? ¿Dónde quedaron las propuestas del liderazgo para modificar aunque sea un poquito el orden del culto preestablecido? ¿Dónde están las reuniones entre el pastor y el líder de alabanza para evaluar la lista de cantos de la próxima reunión? ¿Dónde están las reuniones de oración e intercesión a favor del culto que estamos por celebrar? Aunque lo neguemos con nuestras palabras la realidad es que con nuestros hechos decimos que la reunión de adoración es un karaoke. Miré, yo he estado en cientos de servicios a lo largo de mi vida y he visto casi de todo. Cultos que se inician tarde porque no ha llegado el sonidista de la iglesia. Cultos que se inician tarde porque los músicos no han conectado sus instrumentos. Cultos que se inician tarde porque el encargado de presidir la reunión no ha llegado. Cultos donde el director canta a capela porque los músicos no han llegado. Cultos donde a todas luces se ve que el equipo de alabanza no ha ensayado. Cultos donde el director de adoración no sabe qué sigue en la lista. Cultos donde el director sí sabe qué sigue pero los músicos no. Cultos donde no se sabe si seguir cantando o si es hora de recoger las ofrendas. Cultos donde no se recogen las ofrendas porque a alguien se le olvidó hacerlo. Cultos donde se recoge dos veces la ofrenda porque se les olvidó que ya se había recogido. Cultos donde no se sabe quién dará los anuncios. Cultos donde no se sabe si seguir cantando o seguir esperando al pastor que no ha llegado. Cultos donde el pastor predica un sermón que a todas luces se ve que lo está improvisando. Cultos tan largos que pareciera que a los líderes se les olvidó que los cristianos tenemos sentaderas (Del griego: “Nachas”). ¡Y que hay un momento en que duele estar sentado! Cultos donde al finalizar el sermón la gente no sabe si quedarse o irse porque nadie pasa al frente para una oración final o por lo menos a dar unas palabras de despedida. Etc, etc. Vamos, la reunión de adoración no es sólo montar los parlantes, un micrófono y subir. No, las reuniones de adoración deben planificarse. Es comenzar puntuales porque así se estableció en el programa. Es comenzar puntuales por respeto a quienes sí llegaron a la hora. Es escuchar a un equipo de alabanza bien ensayado. Es disfrutar de un equipo de alabanza que se preparó en oración para ministrar. Es ver que cada parte del programa tiene una secuencia lógica de dirección. Es ver al pastor desde el inicio de la reunión participando de la adoración. Es ver al pastor pasar a predicar la Palabra al momento que le toca pasar. Es percibir que el culto tuvo un comienzo y un final. Es presenciar una reunión planificada, organizada y que alcanza los objetivos para la cual fue convocada. Etc. Y su iglesia, ¿es un karaoke? ni Dios lo permita!